miércoles, 12 de enero de 2022

Parar la pelota y tirar un centro.

Hace algunos años decidí poner las manos en la tierra y tomé un curso de introducción a la permacultura en un antiguo vivero que había estado inactivo por bastante tiempo.

A decir verdad, mandé a mi 'avatar' porque yo todavía estaba convalesciente después de varias intervenciones quirúrgicas y otros tratamientos debilitantes. El Sr. Moyano, mi avatar, participaba de las clases a sol pleno y yo lo pasaba a buscar un ratito antes de que terminara el encuentro, cuando me invitaban a compartir el cierre (y la sombra, pero con frío... todo no se puede).

Una de las ideas que me resonaron y fui aplicando en ámbitos tan diferentes como aulas y canteros (o no, no tan diferentes) es que en los proyectos de permacultura se diseñan varios espacios pero siempre se deja un espacio sin tocar, donde la naturaleza sigue su curso.

Si todo lo demás falla, se vuelve al origen y se aprende de él.

Ahora en vacaciones me siento así. También en mis recurrentes convalescencias. No es exactamente un reinicio, sino volver al centro y mirar desde ahí para elegir conscientemente. Lejos de tanto ruido de metodologías, disrupciones, mejores versiones de uno mismo, y todo el pesadísimo deber ser de una época que se proclama empática y ágil, pero a la que le cuesta detenerse a buscar su centro o dejar que emerja lo que es. Y aceptarlo.

Mi jardín (que no es mío, sino de quienes lo habitan) es 100% design-free. Acá podemos ver a la citronela amiga del zapallo creando patrones sin consultarle nada a los usuarios, en un flow adaptativo y sensible entre el adentro y el afuera.

Así estamos hoy. ¿Y ustedes qué son?  ¿team bordeadora o team zapallo?


Parar la pelota y tirar un centro.

Hace algunos años decidí poner las manos en la tierra y tomé un curso de introducción a la permacultura en un antiguo vivero que había estad...